Es normal cuando se redacta un escrito sobre una persona que sea bastante conocida en el mundo de la cultura, finanzas, universidad, etc. En este caso, Juan Fernández Tajes, se puede incluir en el mundo de las personas de a pie, que nos encontramos en nuestro diario devenir. Aunque tuvo alma de artista como pintor y dejó su impronta en algunos cuadros que se conservan en nuestra ciudad. Pero por lo que destaca esta persona es por lo extraordinario de lo ordinario de su vida, rodeado de siete hijos. Juan Fernández acaba de marcharse de este mundo cuando tenía 77 años. Han sido bien aprovechados hasta el final de sus días, sobrellevando una enfermedad que era irreversible desde hace menos de un año. La llevó con fortaleza, que ha sido la tónica de su vida toda.
En los años sesenta Juan y su esposa Rosa María emprenden un viaje hacia Gran Bretaña, no es para hacer un viaje de novios, necesitaron emigrar para sobrevivir a aquellos años de penuria. Y sin dominar el inglés trabajaron en diversos hogares, donde ella cocinaba y Juan hacía de todo, hasta de mayordomo. Como le ocurrió con el coronel Brooks, retirado, y que les tomó mucho cariño. Allí nacieron los dos primero hijos –niño y niña- que fueron para el militar y esposa como unos nietos a los que consentían todo y reñían a los padres cuando les prohibían cualquier “trastada”.
Ya, de vuelta, abren una tienda-vivienda donde se podía comprar todo tipo de mercancía, a cualquier hora del día. Juan trabajaba al mismo tiempo de albañil y la prole seguía aumentando. Juan decide emigrar de nuevo, esta vez a Holanda, donde estuvo cinco años. Al regresar los supermercados hacían insostenible la tienda y Juan trabaja primero de albañil y luego en una tarea no menos dura en la fábrica de silicio de Sabón.
¿Cómo era Juan Fernández Tajes? Un hombre cabal, con una gran fuerza de voluntad, recio, con algunas manías -¡quién esté libre de ellas, que levante la mano!- autodidacta, amigo de sus amigos, recto en la educación de sus hijos y un buen esposo. Fallecida Rosa María, su esposa, de vez en cuando Juan acudía los fines de semana a comer a casa de los hijos/as – otros sábados le invitaba a mi hogar y allí, siempre contaba aquellos detalles que dejaron impronta en su vida.
Por ejemplo “Mi conversión a Dios”. Así lo relató en varias ocasiones.Fue en Gran Bretaña donde Dios le hizo ver el buen camino que debía llevar. Un buen párroco del lugar donde trabajó con Mr Brooks, llevaba cuenta de quien frecuentaba el templo los domingos y preguntaba por los rezagados. Anotó el domicilio de Juan y allí se presentó: -“Sólo me dijo que le gustaría verme por las mañanas de los domingos en la Misa que solía oficia. Y esta frase le hizo recapacitar que se había olvidado de algo importante en su vida: DIOS.
Juan fue muy mariano.Cada día rezaba el santo Rosario yendo por las calles de nuestra ciudad o en casa. También visitaba a los amigos o conocidos enfermos. Pasaba bienso ratos acompañándoles. En definitiva, su vida ha sido lo que indica san Josemaría en el primer punto de Camino: “Que tu vida no sea una vida estéril.-Sé útil. –Deja poso. –Ilumina con la luminaria de tu fe y de tu amor…”.
Diario de Molinoviejo (V)
Hace 1 año
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