domingo, 23 de marzo de 2008

¡¡ALELUYA!! JESÚS RESUCITÓ!!

No podía ser de otra forma. Jesucristo no juega con las personas. María, Madre de Jesús y nuestra estaba muy segura que su Hijo debía resucitar. Leamos estos días los Evangelios de Juan, Mateo,Marcos y Lucas y en ellos se nos explica con detalles cómo Jesús vuelve a la Vida. Y nos anima a estar contentos, alegres, felices.

Se aparece a las santas mujeres y a los apóstoles. En ningún momento los evangelistas hacen alusión a la Madre de Jesús, que habria recibido la visita de su Hijo. Pero es algo que debe suponerse. Ella sería la primera en recibirle. Después, María estará con la llegada del Espíritu Santo, el día de Pentecostés y cuando nuestro Señor se nos fue al Cielo, en la fiesta de la Ascensión.


Pienso que hoy es un día para estar muy alegres y para tomar determinaciones firmes en nuestras vidas. No podemos ser los mismos. Nuestra vida debe haber recibido un cambio profundo. ¡Algo debemos hacer en nuestro pequeño mundo de cada cual! No podemos quedarnos neutrales.

La conversión debe ser algo que se note. En el trato con Dios y en el trato con los demás. “Optimismo, fe y alegría” manifestaba hace pocas fechas el prelado del Opus Dei. Y el santo Padre, Benedicto XVI, se ha manifestado de forma clara durante esta Semana Santa a los católicos y a los que no lo son. Cristo debe notarse en nuestra sociedad del siglo XXI: en las familias, en la educación, en el trabajo, en el trato entre los países, donde debe haber ambiente de paz y fraternidad. El que no seamos iguales, no quiere decir que debamos ser enemigos de nadie. No es igual uniformidad que unidad. ¡Aleluya! ¡Cristo ha resucitado!

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