jueves, 25 de octubre de 2007

¿FUMAR MATA?

A pesar de que las cajetillas de tabaco llevan, desde hace años, unas advertencias muy claras de que el tabaco es algo muy dañino para las personas, siguen los fumadores comprando las cajetillas de pitillos o puros, usando hasta la saciedad, por algunos llamada “droga”. Los estudiosos del tema han dicho y dejado por escrito que al tabaco se les suele añadir unas sustancias especiales que les hace crear esa adicción. ¿Qué hay de este asunto? ¿Hasta dónde es creíble? Hace pocas fechas me encontré con un empedernido fumador y faltó poco para que se organizase una buena trifulca, porque alguien le preguntó si seguía con la adicción al tabaco: “¿por qué no nos dejáis tranquilos de una vez?, ¿acaso no mueren en las carreteras todas las semanas muchas personas?, ¿vamos a suprimir los coches por este motivo?” , fueron tres de sus premisas.

Como muestra, alguien me ha hecho llegar varias cajetillas con los diversos avisos en las que se empieza con la misma coletilla: “Las autoridades sanitarias advierten…” y después con caracteres en negrita viene lo demás que a much@s les deja impertérritos. He aquí algunas: “Fumar puede matar”, “El humo contiene benceno, nitrosaminas, formaldehído y cianuro de hidrógeno”, “Fumar perjudica gravemente su salud y la de los que están a su alrededor”, “Proteja a los niños: no les haga repirar el humo de tabaco”, “Fumar puede dañar el esperma y reduce la fertilidad”, “Dejar de fumar reduce el riesgo de enfermedades mortales de corazón y pulmón” y “Fumar provoca cáncer mortal de pulmón”.

Una persona que tiene mucho sentido del humor comentaba que cuando alguien le pedía permiso para poder fumar en su presencia, le respondía con cierta ironía: "No se preocupe, que el mundo está con exceso de habitantes y sobramos muchos. Fume, con tranquilidad. Total, uno menos, ¿qué mas da?"

Recuerdo la anécdota de una persona que sufrió un infarto de miocardio. Trabajaba mucho y su ansiedad era bastante: la quería solucionar fumando pitillo tras pitillo. Lo primero que le dijo el médico que le atendió fue que dejara el tabaco ya que la próxima vez podría no seguir con vida. Como era una persona responsable y padre de familia numerosa, echó cuentas de lo que costaba una cajetilla de tabaco –consumía dos y media al día- multiplicó por treinta días que es un mes y después por doce. La cantidad que le salió al año fue lo que le hizo, definitivamente, dejar el vicio de fumar. Comentaba a sus amistades “con esa cantidad puedo comprarle a mis hijos bastante necesidades y además me tienen entre ellos, que es lo más importante, para poder ayudarles”

He tenido ocasión de ver cómo se iban degradando algunos amigos enfermos de cáncer de pulmón y las grandes y penosas molestias ocasionadas en ellos por esta enfermedad. Siempre, al encontrarme con un fumador, con toda libertad posible, me lleva a aconsejar que deje el tabaco cuanto antes. En cierta ocasión pude entablar conversación con un doctor en medicina, gran fumador de puros, y que estaba encargado del departamento oncológico de un hospital. Le comenté cómo era posible que viendo, día tras día, enfermos de cáncer de pulmón, me respondió mientras echaba una bocanada de humo: “El que a Dios se lo da, que san Pedro lo bendiga”. Espero, y deseo de todo corazón, que siga en este planeta, rollizo como cuando sentenció de esta forma su manera de disculparse.

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