Llegado el tren a Madrid, estación Atocha, el viajero se dirigió al centro de la ciudad con el fin de obtener un billete de tren que le llevaría a su destino final, a una ciudad del norte de España. Los tiempos cambian que es una barbaridad ya que recuerda el viajero cómo los billetes sólo se expedían en una central de RENFE, ubicada cerca de la Castellana, donde había diferentes ventanillas: Andalucía, Cataluña, Galicia, Extremadura, etc. Detrás estaba el funcionario de turno con una visera en la frente, lápiz en la oreja y unos grandes tomos donde quedaban reflejados los billetes que se vendían, la clase y el vagón, con el número correspondiente, sin olvidar el precio.
Una vez realizado esta operación el viajero deseaba conseguir algunos datos más concretos del lugar a donde se dirigiría. Cerca de la carretera que conduce a Valencia hay un barrio llamado Tajamar, que se formó en su tiempo con familias procedentes de Andalucía y Extremadura, principalmente.. El viajero allá se dirigió para contactar con un amigo suyo que le daría la dirección de un tercero que vivía en la ciudad a donde iría la próxima noche del diez de octubre. Llegó al domicilio, donde fue bien recibido y donde le entregó su amigo una tarjeta con un nombre, calle y teléfono a donde debía dirigirse.
Terminada esta penúltima acción el viajero marchó a la Estación del Norte desde donde salían los trenes con destino a las diversas zonas de esta zona española. Después de tomar unos bocadillos acompañados de una cerveza, esperó hasta que se dirigió al andén correspondiente. Buscó el vagón, subió al mismo y allí fue colocando en el habitáculo correspondiente las maletas, sin olvidar el paraguas y gabardina de color claro. Enfrente del viajero se sentó un joven de unos dieciséis años, con el cual entabló una larga y amena conversación así como unas buenas partidas de ajedrez. Hablaron durante parte de la noche, de los motivos del viaje de cada uno, mientras movían las piezas de ajedrez… El joven estaba internado en un colegio y esperaba acabar pronto el bachiller.
Se apagaron las luces de los vagones, mientras el tren se acercaba a las zonas norteñas.La noche se pasó rápida. Y amaneció con un cielo azul sin nube alguna y los pasajeros despertaban del sueño y procuraban contemplar el paisaje que les envolvía, de tonos verdes y ocres, ya que el otoño se encontraba en el ambiente.
El tren llegó al final de destino. Se despidieron el joven y el viajero. El viajero bajó las maletas y demás útiles del viaje. ¡Ya estaba en el lugar escogido para los futuros años de trabajo en la profesión del viajero! Educar y ejercer de maestro. Lentamente se acercaba hasta un autobús o taxi que le llevase a la dirección indicada en la tarjeta que recogió la tarde anterior en Madrid. Preguntó por la persona y debió esperar unos minutos hasta que le vino a saludar. Se dieron un apretón de manos… y así comenzó un nuevo largo capítulo de la vida del personaje del blog “DE AFRICA VINE”.-
Diario de Molinoviejo (V)
Hace 1 año
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