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Esta brillante idea la escuchó José L. Rodríguez Zapatero de labios del ex-primer Ministro británico cuando Tony Blair era uno de los primeros espadas en la política internacional; quizá la ausencia de memoria histórica positiva de ZP sea la causa de la celebración de una reunión de la Alianza de Civilizaciones, proyecto liderado por el actual Presidente de Gobierno español en su propio país.
La realidad de este Encuentro se parece más a una declaración de principios o de buenas intenciones —al estilo de la ONU, uno de los organismo participantes—, que a un elenco de resoluciones firmes y presupuestadas con generosidad para llevarlas a cabo. Para mejorar a los países en vías de desarrollo y con enormes deficiencias democráticas como es el caso de Turquía, lo mejor no es igualar a todos desde un conjunto de mínimos emergentes, sino implicar a los países desarrollados y ricos en esta tarea y para ello, postular una alianza de países civilizados —los que tienen la sartén por el mango—, y una serie de políticas solidarias y razonables.
Entender este planteamiento no es difícil, pero conseguir que los países ricos y con peso específico mundial, se comprometan a solucionar los problemas de los países pobres sin ver mermados sus intereses y ambiciones, sí resulta muy difícil, y por ahora un imposible. Pero ése es el camino, un reordenamiento del Norte hacia el Sur, para que Sur sea menos pobre y el Norte menos despilfarrador.
El tremendo atentado del 11 de septiembre no sirvió para lograr un rearme moral en los países más poderosos de la tierra ni para escrutar los errores cometidos que motivaron los actos terroristas: se perdió una ocasión de oro para reflexionar sobre lo que no había funcionado y por qué y no se buscaron las soluciones adecuadas para que no vuelva a ocurrir; y todo porque no interesa dar contenidos antropológicos y trascendentes a los problemas actuales, sólo interesa exprimir lo que ya existe y repartir sus beneficios entre unos pocos. Una alianza entre países civilizados incluiría a España, si está dispuesta a facilitar a los países en vías de desarrollo que salgan adelante por ellos mismos, si colabora a formar a sus ciudadanos para que desarrollen proyectos económicos, educativos o empresariales, entre otros, y si entiende que resulta más eficaz enseñar a pescar que dar una limosna. Espero que así sea. Marosa Montañés Duato. Periodista. Presidenta Asociación Periodistas Mujeres del Mediterráneo.
Diario de Molinoviejo (V)
Hace 1 año
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