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La fiesta de los Reyes Magos tiene como principales protagonistas a los niños y su origen se remonta a la ciudad de Belén cuando los Magos fueron a adorar al Niño, Hijo de Dios y le ofrecieron oro, incienso y mirra: si buceamos en su sentido nos encontramos de frente con la ingenuidad, con la ilusión, con la fantasía y con la sencillez de unos personajillos,—todos en ellos, en proyecto de ser personas, cuando crezcan—, repletos de creencias y de anhelos. Y esto es muy bueno, mejor dicho, resulta imprescindible, como base de una personalidad madura, eficaz y eficiente.
Quizá los adultos podamos regalarnos a nosotros mismos esas características de la infancia, porque abundamos en pesimismo, en desilusiones y en contrariedades: descubramos el valor de las cosas sencillas, de la normalidad de un día sin brillo aparente, de un gesto agradable por parte de las personas con las que convivimos, de la belleza de una puesta de sol en el mar o de un atardecer en el monte, y aprenderemos la lección o la enseñanza más decisiva para nuestra vida.
Esto es lo que me gustaría regalarle al Presidente del Gobierno; como creatividad ilusionista no le falta, como le sobra mesianismo en su proyecto de vida, como le resulta imprescindible desfigurar las cosas, los acontecimientos y las personas, y ofrecer frases altisonantes vacías de contenido, me atrevo a sugerir este presente: la película «El Señor de los Anillos» en sus tres partes, para que comprenda la esencia de la política que se cifra en buscar la Verdad; el valor del esfuerzo que consiste en pelear con la mente y con el cuerpo para defender a los suyos de las fuerzas del mal; la realidad de una familia y de una amistad que perdura más allá de la muerte; o el coraje de ir a la batalla con lo puesto y nada más para vencer a quien se encuentra en el error y a quién posee más medios materiales para combatir.
El secreto de Frodo, el protagonista de «El Señor de los Anillos», puede servir de mensaje de cabecera cada vez que José L. Rodríguez Zapatero deba planificar su labor de gobierno: un hombre mediano, con apariencia de debilidad, un hombre normal puede llegar a salvar al mundo de su tiempo, si lo que busca es el Bien y la Verdad, no su interés personal y mucho menos una ambición desmedida.
Merece la pena regalar libros que hagan pensar, canciones que permitan alegrar el corazón, objetos útiles con los que se pueda soñar y alcanzar las metas propuestas: pero para ello, hay que buscar y mucho, en la conciencia de cada uno, porque ser feliz pasa por hallar la felicidad en los demás y no en uno mismo, y en prescindir de tantos egoísmos y orgullos, que resultan banales, inútiles y tontos. Felices Reyes para todos. Marosa Montañés Duato (Periodista y Presidenta de Mujeres Periodistas del Mediterráneo)
Diario de Molinoviejo (V)
Hace 1 año
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