Estos días, reciente todavía la Navidad, nos hemos reunidos las familias todas para celebrar el nacimiento del Hijo de Dios entre los hombrers, nos salen algunos diciendo que es probable que Dios no exista. ¡Cómo que no existe Dios! No me sean ustedes tan cándidos en este año que se dedica al firmamento y me vengan con negar algo que está tan claro como un día lleno de luz que gozamos tantas veces al año. Seguramente más de muchos de ustedes habrán estudiado en colegios dirigidos por algunas personas que se dan por entero a Dios y se dedican a educar y formar personas. ¿No se acuerdan de los Colegios Salesianos, levantados por san Juan Bosco?
Colegios para formar personas capaces de tener un oficio a principio de finales de siglo XIX y comienzos del XX – lo que ahora se denomina Formación Profesional, tan denostada hoy, pero tan necesaria en nuestros días- que es la base de los carpinteros, albañiles, mecánicos -¡qué haríamos sin los mecánicos cuando se nos estropea coche, moto o bicicletas!- sastres, linotipistas y tantas profesiones estupendas que han hecho de nuestras vidas mejores y gratas. Si se molestan en leer alguna biografía de este santo se percatarán de lo adelantado que estuvo en su época, en la que los obreros trabajaban doce horas y él –san Juan Bosco- luchó hasta que consiguió las ocho horas actuales. ¡Qué sí señores, que no sólo fueron los ateos los que lucharon por esta causa!
¿Y qué decir de las monjas hijas de la Madre de Calcuta? ¿Qué realizan estas personas? Se dejan –en bastantes ocasiones- lujos y riquezas y marchan a países y ciudades pobres y menos pobres, como es el caso de Nueva Delhi, Bombay, Casablanca, Nueva York, Paris o Madrid, para cuidar enfermos desahuciados, con gusanos en sus heridas, en la India cantidad de ellos, enfermos del SIDA, que nadie los quiere. Realizan estas labores por una llamada de Dios –algunos le denominan “vocación”. Y además no cobran sueldo, ni seguridad social –vaya “chollo! para muchos gobernantes preocupados por el paro y otras lindezas sociales.
Otras son las monjas que durante muchos años han cuidado y cuidan de ancianos solitarios, –a veces abandonados por sus familiares- con una dedicación de las veinticuatro horas diarias de lunes a domingo, incluidos festivos y “puentes”, sin cobrar nada por estas labores humanitarias? Los asilos de ancianos de las hermanas de san Vicente de Paul, por mencionar alguna en concreto. Y tampoco podemos olvidarnos de las hermanas, llamadas Siervas de María, Ministras de los Enfermos, que cuidan enfermos por las noches, en domicilios y hospitales, cuando los familiares descansan de estas labores humanitarias.
Los misioneros/as que marchan lejos y allí se quedan en países lejanos con el fin de elevar el nivel de vida de aquellas personas, levantando colegios, enfermerías, hospitales, universidades, etc y todo por Dios sin pararse en guerras, mosquitos y enfermedades tropicales que en muchas ocasiones les cuesta la vida. ¡Cómo que no existe Dios! Decía san Pablo que seriamos los cristianos las personas más desgraciadas si esto fuera así. Una persona coetánea nuestra dijo: “Somos todos hijos de Dios y Él es nuestro Padre. La única raza de los hombres es la raza de los hijos de Dios”.-
Diario de Molinoviejo (V)
Hace 1 año
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