jueves, 6 de septiembre de 2007

LOS JAPONESES SON ASÍ ((I)

¿Cual es el secreto del éxito japonés en el ámbito de la dirección empresarial? ¿Se trata de un pueblo de un pueblo de especial inteligencia? Estas preguntas se hacía años atrás un experto –Barto Roig- y dio la respuesta en un genial artículo en el año 1990 de esta forma concreta.

En el año 2000, en Japón, el tren de alta velocidad con tecnología de levitación electromagnética enlazará Tokio con Osaka (550 km) en una hora. Pero ya en 1992, el Super Hilari, la nueva generación del actual Shinkansen (que ha cumplido 25 años), reducirá el tiempo de viaje entre Tokio y Osaka en 19 minutos, al elevar su velocidad media de 220 km./h a 270 km./h. Pero hay más datos:

En estos años de Shinkansen ha transportado a 2.700 millones de pasajeros. Ha recorrido una distancia equivalente a 28.000 veces la vuelta a la tierra sin una sola víctima. Hubo dos pequeños accidentes, casi anecdóticos: un descarrilamiento en 1973, sin consecuencias, y el arranque automático del tren sin piloto, en una ocasión en que éste no pudo abrir la puerta de la cabina para entrar. El tren paró a los pocos minutos, “consciente” de que viajaba sin jefe.

Muchas veces, los que investigamos los procesos de dirección y las características del trabajo eficaz nos hemos preguntado ¿por qué los japoneses están conquistando el mundo? ¿Cuál es su secreto?¿En qué podemos imitarles? No es fácil descubrir este secreto, si se busca algo original, escondido, nuevo y misterioso. Tampoco se observan y manifiestan como persona con excepcional y notoria genialidad. Por ello, parece más difícil dar una repuesta inmediata a nuestra pregunta. He conocido a muchos japoneses, siempre juntos, y me ha resultado difícil diferenciarlos, saber quién es quién. Con frecuencia, para un occidental, parecen semejantes. Cuando se negocia con ellos, se presenta un grupo de ejecutivos, entre los cuales es difícil distinguir al de más rango. El jefe habla poco. Todos entregan su tarjeta de identidad, sin que esto ayude demasiado a identificarlos como personas diferentes, como individuos.

Algunas veces he llegado a pensar en los japoneses como un género humano formado por individuos que se comunican entre sí y se manifiestan hacia fuera con un comportamiento único, firme y claro, sin vacilaciones. Yo resumiría el secreto de su éxito en una fase muy sencilla: Hacen lo que piensan hacer, y lo que piensan hacer es, exactamente, lo mejor de lo realizable. Es decir, e algo bien preparado. Así de sencillo. Y son competitivos en cuanto a excelencia porque los no japoneses, con frecuencia, “no hacemos”, “no pensamos bien lo que debe hacerse”, “hacemos lo no pensado” y “pensamos lo que no hacemos”. La ventaja competitiva japonesa está basada en nuestra debilidad, más que en una especial fortaleza y una singularidad por su parte. No se ven genios cuando uno los trata, no son rápidos en sus respuestas; no se ve que se muevan con rapidez; tampoco parece que trabajen con especial eficiencia. En ocasiones, dan la impresión de malgastar mucho tiempo manejando información y ocupándose de mínimos detalles. Son más bien premiosos, pero trabajan muchas horas e incluso funcionando los funcionarios. Pero todo se explica.

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