sábado, 15 de septiembre de 2007

EL RAMADÁN

Estos días de septiembre, con la luna nueva, ha comenzado un mes de ayuno total –el mes del Ramadán- en el que los mahometanos acostumbran a dedicarlo al ayuno total todos los días del mes, desde que sale el sol hasta su ocaso. Y todos lo cumplen, a partir de los doce años, ellos y ellas. Se abstienen de tomar alimentos sólidos, líquidos –ni siquiera un sorbo de agua- y también se abstienen de relaciones sexuales. Es un mes en el que se hace vida nocturna: se prepara la “harera” a última hora de la tarde, con mucha tranquilidad,mimo y parsimonia. Consiste en una sopa-puré que contiene elementos básicos de alimentación que el aparato digestivo recibirá después del prolongado ayuno. Al poco tiempo se toman otros alimentos más sólidos y que el estómag acoge con agradecimiento. Y así irán transcurriendo las horas de la noche, hasta que se avecina la aurora del siguiente día, en el que se suspende la alimentación de nuevo. Y así se repiten las mismas operaciones, día tras día. La jornada última se visten las mejoras ropas, se llenan de alegría y con los hijos se visitan las familias todas. Un gran día que es menester celebrar.

Durante el día los colegios, institutos y universidades así como los negocios siguen abiertos a los estudiantes y clientes, menos los cafetines que no sirven ni un vaso de agua –nunca mejor dicho- y a todo esto se añade la buena costumbre de dar limosnas a los menos favorecidos. Ellos, los mahometanos así viven su fe, sin olvidar la buena costumbre diaria de rezar -cinco veces- mirando hacia la Meca, encima de un esterilla, descalzos y después de haber lavados, con cierto ritual, las diversas partes del cuerpo. Muchas veces he acudido a una tienda a la hora de la oración de la tarde: en la trastienda estaba el dependiente realizando esta tarea de rezar: no atendía a los clientes hasta que finalizaba sus rezos.Nadie se ponía nervioso ni exigía ser atendido."Está rezando", es lo que se cuchicheaba.

Otra costumbre que contempla el mahometano es viajar una vez en su vida, por lo menos,a la Meca en peregrinación. Actualmente se cuentan por millones las personas que acuden para adorar la Piedra Santa que allí se encuentra, y dar, mientras recitan unas oraciones, un determinado número de vueltas alrededor del lugar. Cuando el mahometano vuelve de la Meca es muy bien recibido por sus allegados –familiares y amigos- los que suelen besarle en las manos, cara e incluso las ropas.

Y los viernes, sobre la una del mediodía, los mahometanos dejan sus negocios y familiares para encaminarse a la mezquita correspondiente desde donde les llama a la oración en común el responsable de esta tarea. Hoy día se suelen colocar unos buenos altavoces en lo alto de la mezquita para que sean escuchadas sus llamadas a la oración. Y se les ve –en pequeños grupos- acudir con sus mejores ropas, chilabas y babuchas nuevas y limpias, para rezar a Dios y solicitar sus favores. A la entrada dejan ordenadamente sus babuchas que todos respetan y cada cual, encima de una esterilla, inicia acompasadamente sus oraciones y plegarias, de pie -inclinada la cabeza hacia delante-, arrodillándose o sentados en el duro suelo. Impresiona el rezo de sus oraciones, ya que no existen distracciones algunas.

Y un amigo me preguntaba: ¿Qué hacemos en occidente al respecto? ¿Qué hacemos los cristianos cuando llega la cuaresma, con los viernes en los que la Iglesia nos anima para que no tomemos ningún tipo de carne? ¿Y qué se puede decir del ayuno del miércoles de ceniza y viernes santo, días en los que se puede tomar una comida al mediodía y un cena ligera a la noche? Y esto es sólo para los que están incluidos los mayores de diez y ocho años hasta los cincuenta y nueve cumplidos? ¿Y de la oración diaria qué podemos decir? Así se nos ve el plumero: “soy católico pero no practicante”. Pero cuando una desgracia nos abate, ¿a quién acudimos? . ¿No habrá cambiado occidente a Dios por otros dioses, como el alcohol, drogas, poder, sexo, dinero, estómago y la buena vida? Buena ocasión esta del Ramadán para repasar algunos aspectos de este occidente nuestro que se vacía de valores.

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