En Irlanda ocurrió hace años que por un corte de energía eléctrica estuvieron los televidentes sin poder seguir los programas de televisión de forma drástica. Seguramente nacería en ellos la afición por la lectura, los juegos del parchís, cartas, dominó, etc, así como la buena y sana costumbre de hablar entre los componentes de las familias de temas relacionados con la cultura o la historia de cada familia.
Sin necesidad de llegar a estos extremos en ocasiones conviene privarse de la televisión –a la que le damos un valor extraordinario- y dedicar este tiempo a otras materias sanas que por escasez de tiempo no realizamos. Entre otras se me ocurren estas alternativas: leer un buen libro, escuchar la radio, visitar amigos y familiares, escuchar música, coleccionar sellos, ordenar fotos, pararse a pensar, organizar veladas caseras, jugar al mus, al dominó, parchís, aprender a bailar, acudir a la piscina, hacer gimnasia, aprender a bordar, escribir un diario, hacer un blog, aprender idiomas, salir a cenar, escuchar conferencias de interés, jugar al bridge, pasear, aprender informática, navegar por Internet, ir al cine, colaborar con una ONG, dibujar un paisaje, tallar madera, trabajar la arcilla, pintar soldados de plomo, practicar senderismo, escuchar conciertos, asistir a una función de teatro, ir al zoo, acudir al circo, aprender a cocinar, descansar más y mejor, pintar un cuadro, hacer arreglos caseros, ayudar a los más pequeños a realizar las tareas escolares, enseñar a estudiar…
Somos conscientes que podríamos realizar muchas tareas, pero la adicción a la televisión es un hecho real que en determinadas ocasiones pensamos que no va con nosotros. ¡Y vaya si existe la adicción en muchas personas, entre las que seguramente nos encontramos!
Diario de Molinoviejo (V)
Hace 1 año
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