lunes, 26 de noviembre de 2007

LOS PROFETAS DEL CAMBIO CLIMÁTICO

Cada época tiene sus miedos y sus profetas de la calamidad. Si hace mil años era el miedo a que llegara el fin del mundo, ahora es el cambio climático. Sin negar la importancia del problema y la necesidad de soluciones, es necesario ser consciente de que las reacciones son muy similares no habiendo motivo para ello.

En la Edad Media, la falta de una respuesta científica a los fenómenos físicos hacía que un eclipse o un terremoto se interpretaran en clave supersticiosa y casi mágica. Así, la llegada de la peste o unas lluvias torrenciales eran tenidas por manifestaciones de la ira divina, olvidando que la higiene y los diques de contención hubieran evitado la catástrofe. Lógicamente, lo que motivaba esa furia de lo Alto era el mal comportamiento humano.

En estos tiempos, algunos presentan la incuestionable responsabilidad humana en el efecto invernadero con el mismo tono apocalíptico de nuestros ancestros. Del mismo modo, describen el problema como un próximo fin del mundo, presa del fuego que purifica y borra toda culpa. Lo malo de todo ello es esa interpretación medieval de castigo divino hacia el pecador, esto es, el dogmatismo por encima de la certeza científica.

Eso no quiere decir que no exista un problema real que pueda y deba ser atajado desde su raíz para lo cual sea necesario concienciar a toda la población. La cuestión es la tendencia a presentarlo como una verdad irrefutable y ¡ay de quien ose discrepar! En ese contexto, Al Gore es un nuevo Savonarola que se ha rodeado de acólitos, los profetas de la catástrofe, entre los cuales hay famosos convertidos a la fe medioambiental. Sus voces proclaman la realidad del mal cometido y la necesidad de conversión y penitencia así como el anuncio de las plagas bíblicas que caerán sobre el género humano de no enmendarse.

En definitiva es el miedo ancestral, casi telúrico, a la venganza de las fuerzas sobrenaturales —en este caso, simplemente naturales— contra el pecado del hombre. María J. Pou Amérigo. Periodista

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