Muchas veces nos rompemos la cabeza en la forma de trabajar. Y pienso que la solución es: trabajar mucho, con competencia, mejor que la competencia y dándonos cuenta de que el trabajo forma parte de mi persona. Sea el trabajo que sea. Pondré dos perlas de esta mañana misma.
Acudió un amigo a un comercio para comprar unos bombones para una persona enferma. Preguntó, previamente, si en este comercio acostumbran a envolver en papel de regalo cuando se solicita. Le responden que sí. Y busca dónde se encuentra el detalle para el regalo. Como la imaginación esta mañana de lluvia no está muy elevada, compra lo mismo de otras veces: una caja de bombones. Abona la cantidad y espera que lo envuelvan en un precioso papel. Pero estamos a fin de mes y la cajera no tiene un momento de respiro. Hace un vano intento y le dice al cliente que debe esperar unos minutos. Pasa por allí cerca un empleado que va con cara de estar algo aburrido. La cajera le pide que envuelva la caja, Es entonces cuando salta como un chispazo el macho ibérico que todos llevamos dentro:
-¿Quién? ¿Yo envolver una caja? Pero si eso no lo hice en mi vida.
La joven con educación y buenas maneras le responde que “si hace el favor de envolver el paquete que es para ese señor”, mientras dirige una mirada hacia el cliente . El empleado le mira y calla… Observa el cliente que hace mutis, pero le llama la cajera le comenta que debe hacerlo y que muy cerca de él tiene el papel de envolver. Aparece al rato con un trozo de papel y el contenido, aún fuera, sin envolverlo. La sangre del cliente empieza a hervirle. Oye como le vuelve a repetir que es él y que ella –la cajera- no puede hacerlo. Respuesta del empleado:
- Es que eso no lo hice nunca.
Al cliente se le notan las venas del cuello algo azuladas y la sangre le recorre el cuerpo más aprisa. Le vienen ganas de saltar el mostrador, coger al empleado y darle una lección de corte y confección (o empaquetado). Pero es paciente y espera el fin del films.
Ella toma el cuter y el fixo: envuelve el paquete mientras sonríe al cliente de forma algo burlona hacia el colega de la tienda. El cliente asiente y comenta:
-Este empleado poco futuro tiene en esta empresa. Porque, mire usted señorita. En esta vida es preciso hacer de todo. ¡Si este hubiera hecho el servicio militar…¡ya se iba a enterar lo que es hacer letrinas en el campamento! ¡O pelar pescado para unos quinientos soldaditos! ¡este empleado me da la impresión de haber nacido cansado!
Al final, el cliente recoge el paquete medianamente envuelto y pone proa hacia la parada del bus. Llueve y se cobija bajo el paraguas azul. Llega a la parada en el mismo instante que el bus parte y el cliente deberá esperar media hora hasta el próximo. Menos mal que hay un asiento y está limpio de paja y polvo. Llegan otros viajeros más y pasan los minutos. Al final comprueba que es imposible hacer lo programado y decide volver a casa. ¡Nadie es perfecto en este planeta llamado Tierra! Se dice de forma estoica.
Como debe hacer otros obsequios estos días decide volver al mismo comercio y saludar al varón empleado y darle las gracias. Pero ya marchó, después de la agotadora jornada matinal. Se acerca a la empleada, que le sonríe cuando le ve acercarse a ella y le pregunta:
-¿Puedo dejar esto acá y entrar a comprar dos cajas más de bombones?
- Si, señor, no faltaría más.
Y el cliente busca el lugar de las golosinas. Toma dos cajas más y pregunta por el/la encargado/a del personal:
- Mire, deberá esperar unos minutos, porque acaba de salir…
Y las venas del cliente empiezan a tomar color azulado…
-No se preocupe, hablaré con el jefe principal, que por cierto es amigo mío…
¡Cunde el pánico! Y se acerca una señorita y le dice muy queda:
-No soy la encargada que usted busca, pero si le puedo resolver algo, usted me dirá…
El cliente se explaya y cuenta lo que ocurrió. Abona la cuenta y marcha por la puerta. Las chicas – de reojo, pudo contar hasta tres- cuchicheaban.
Diario de Molinoviejo (V)
Hace 1 año
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