martes, 2 de septiembre de 2008

Usted, ¡A la calle!

Mi vecino viene con muy mala cara. Me dice: “Estoy pasando una enfermedad”.

Como, a pesar de la mala cara, tiene aspecto muy saludable, le pregunto qué le pasa. Y la contestación me sorprende: “Tengo que despedir a un empleado. No lo había hecho nunca. No sé cómo se hace”.

Y me explica la situación. Hace unos meses contrató a una persona de unos 30 años, casado, con dos hijos, para hacer un determinado trabajo. Y me dice: “¡Y ahora descubro que no se sabe el oficio! Lo que tengo fijado en 2 horas y media, él lo hace en 4, y mal. Y al cliente no puedo cobrarle las 4 horas, como es natural. Y, además, no hago más que recibir quejas diciendo que este hombre es un chapucero y tengo que enviar a otro para que arregle lo que éste ha estropeado”.

Vuelvo a comprobar que mi amigo de San Quirico es una buena persona. Me dice: “Nuestra empresa es pequeña, les conozco a todos, conozco a sus mujeres, a sus hijos. Nunca he tenido que echar a nadie. Y ahora, llega éste y me lo estropea todo”.

Lo ha consultado con su mujer y ella le ha dicho que eso le pasa por ser paternalista. Y otro amigo suyo le dice que eso es por ser capitalista. Y que no se puede ser las dos cosas a la vez. Y que las dos son malas.

Y mi vecino no duerme desde hace días. Dice que le gustaría estar en una multinacional con sede en Denver, Colorado, allá en Estados Unidos, y desde allí tomar la decisión de despedir a 5.000 personas en la fábrica de San Quirico. “Porque el que, desde Denver, eche a 5.000 personas de San Quirico, seguro que, después, se va a tomar un café y por la tarde, al cine con su mujer. Y los 5.000 de San Quirico, vistos de lejos, no le quitan ni un minuto de sueño. Y a mí, el tipo éste no me deja dormir”.

Como ha elevado la voz porque está nervioso, nos empiezan a mirar desde las mesas vecinas. Empiezo a hablarle bajito, para tranquilizarle, y le hago ver, en primer lugar, que en San Quirico es imposible despedir a 5.000 personas, porque los empadronados aquí son unos 400 y, si contamos a los que venimos todas las semanas, igual llegamos algún día a 1.000.

Luego le digo que:

1. El paternalismo es bueno, si consiste en querer a la gente que trabaja en tu empresa, en tenerles bien pagados y en tener detalles con ellos y con sus familias.
2. El capitalismo es bueno, si el capitalista (el que pone el dinero) quiere a la gente que trabaja en su empresa, les paga bien y tiene detalles con ellos y sus familias.

Como mi amigo es listo, me dice: “O sea, ¿que el capitalismo es bueno si es paternalista?”

Para no meterme en demasiados líos, le digo que el capitalismo es bueno si:

1. Se da cuenta que los “Recursos humanos” son Personas (con mayúscula)
2. Respeta a esas Personas, una por una (no de 5.000 en 5.000)
3. Procura que esas personas trabajen en serio para que la empresa gane honradamente dinero, que para eso está
4. Demuestra con los hechos que la empresa no es sólo el capitalista, sino TODOS (los que ponen el dinero, y los que ponen su trabajo, de mayor o menor nivel)

Y le digo que, en su caso, todo esto es más fácil que en la empresa de Denver, Colorado, porque:

1. En su empresa son 7, contándole a él
2. Cuando le llamas a su casa a las 9 de la noche, su mujer te dice que ya está durmiendo, porque se levanta a las 6 para ir a trabajar
3. Cuando falta un chófer, agarra el camión, lo carga y lo lleva al cliente
4. No se reparte dividendos y todo lo que “sobra” (como dice él), lo vuelve a meter en la empresa

Y me dice que sí, pero me vuelve a preguntar: “¿Y qué hago con este hombre?”

Yo tengo la ventaja de que, a veces, no muchas, tengo las ideas muy claras. Es posible que, a alguno, le parezcan equivocadas. Si veo claro que las ideas claras están equivocadas, las cambio, aunque me cuesta un poco, por aquello de la tozudez aragonesa. (Otro día os explicaré la diferencia que hay entre ser tozudo y ser terco.)

Y le digo lo siguiente:

1. Que tiene que echarle
2. Que lo tiene que hacer inmediatamente, es decir, hoy por la mañana, en cuanto llegue a su empresa
3. Que lo tiene que hacer explicándole muy claramente las razones
4. Que le tiene que pagar la indemnización que le corresponda y que, si quiere, hasta le puede redondear la cifra hacia arriba (porque para eso dicen que es paternalista)
5. Que todo esto lo tiene que hacer con claridad (para que se entere) y con cariño, que no son incompatibles. Tiene que conseguir que esa persona, de aquí a un par de meses, cuando se lo encuentre en un bar, se acerque a saludarle, con alegría
6. Que, cuando se haya ido, tiene que reunir al personal (o sea, a los otros 6) y explicarles brevemente las razones por las que este señor ha tenido que dejar la empresa. Explicárselas también con claridad, pero “sin ensañarse”, porque no se trata de criticar a nadie


Y me quedo tan tranquilo. Y me da la impresión de que mi vecino también. Seguramente, esta noche dormirá mejor.

Es posible que el protagonista de esta historia -el que trabajaba mal- no duerma tan tranquilo esta noche.

Y me alegraré mucho si la causa de su insomnio no es que le hayan echado, sino que su mujer le haya pegado una bronca por irresponsable.

Y si esto le sirve para tomarse el trabajo en serio, para aprender a hacerlo bien y para cumplir con sus compromisos, hasta pensaré que he hecho una buena labor social.

www.leopoldoabadia.blogspot.com

1 comentario:

Anónimo dijo...

Todo es cierto, pero ese hombre tiene que estar dispuesto también a que su empleado no le vuelva a saludar, porque al fin y al cabo, le ha echado, aunque sea justamente, que lo es.
Entiéndase: son cosas que pasan.