jueves, 11 de septiembre de 2008

¿POR QUÉ LOS NIÑOS NO CUENTAN PARA LAS AUDIENCIAS TELEVISIVAS?

Según vienen denunciando algunos informes elaborados por Asociaciones de Telespectadores, facultades de comunicación y grupos de investigación sobre Comunicación, Sociedad y Cultura, las cadenas de televisión- tanto públicas como privadas- infringen su propio código de autorregulación sobre contenidos televisivos, que teóricamente elaboraron para proteger a niños y jóvenes.

Ni a las cadenas televisivas, ni al Gobierno parece preocuparles los constantes incumplimientos de este Código para la protección de la infancia firmado hace cuatro años.

En concreto, según un informe de la Universidad Juan Carlos I, tanto TVE, como Antena 3, Cuatro, Telecinco y la Sexta se saltaron hasta 9.000 veces, en tan sólo 14 semanas, el acuerdo suscrito por ellas en 2004.

Se trata de una conclusión a la que no es difícil llegar, a poco que se esté delante del televisor, a cualquier hora del día, pero especialmente en el llamado horario reforzado, es decir, de 17h a 20h, en el que se supone que el cuidado debe de ser exquisito, por tratarse de horas en el que los menores consumen más televisión, con el agravante de que muchos la ven solos, porque llegan a sus casas y no hay nadie con ellos, al estar sus padres trabajando. Son los conocidos como niños llave.

La autorregulación en materia de programación televisiva ha sido una exigencia que viene reiterándose desde hace tiempo por las instancias comunitarias. Ya se recogió en la Resolución del Parlamento Europeo de 24 de octubre de 1997. Pues bien, el 9 de diciembre de 2004, por fin se firma el Código de Autorregulación sobre contenidos televisivos e Infancia entre el Gobierno de España y las principales cadenas de televisión generalistas. Su objetivo fue proteger a los niños de contenidos perniciosos emitidos en la televisión.

Para lograr el objetivo programado, según la Directiva de la Televisión sin Fronteras, se establecen franjas horarias donde prohibir contenidos no recomendados como los de carácter violento, sexual y los relativos a ocultismo y drogas. La franja de protección abarca de 6 a 22h con espacios de protección reforzada como he comentado antes. Además, el código se comprometió a aplicar un sistema de clasificación y señalización de la programación televisiva. Esta clasificación se publicaría en medios distintos (página Web, prensa diaria y revistas).

Este Código, al ser una manifestación de la libre voluntad de los firmantes- promotores y adheridos- debería tener un mayor compromiso de cumplimiento por parte de los operadores. Sobre todo cuando en España no existe un Consejo Audiovisual estatal similar al existente en los países de nuestro entorno.

La pregunta que nos hacemos todos es para qué crear código de autorregulación si se va a vulnerar. La respuesta quizá pueda estar en que este texto no está sujeto a jurisdicción ni instancia, sino que es una mera declaración de intenciones. Como es “su” código de autorregulación los firmantes son los que se regulan. Ellos mismos son los que deciden quién, cuándo y cómo se vulnera el código, ¡y en eso consiste la autorregulación!.

Para maquillar el control encargan a un organismo mixto atender las denuncias de los ciudadanos. Este organismo, por supuesto, está compuesto por los propios canales y Gobierno, con una pequeña representación- proporcionalmente irrelevante- de las asociaciones de usuarios. Un dato que constata la quiebra de confianza en este ente es que éste sólo ha aceptado doce denuncias de violación de la norma, cuando las asociaciones de telespectadores han señalado más de setecientas denuncias. Los programas denunciados- no más de siete- han seguido en antena con sus mismos contenidos.

Pero, ¿qué hay detrás de esta vulneración constante de la “autonorma”? La respuesta más directa es que el imperativo comercial y las audiencias determinan la programación televisiva y los niños no cuentan porque, además de no tener poder adquisitivo, sólo consumen anuncios en las campañas navideñas.

Desde esta tribuna apelo a los directivos de las cadenas televisivas y a la administración política para que tengan presente la responsabilidad social de su función, que no tiene porque ser incompatible con atender a estrategias comerciales y a crear productos televisivos de calidad.

Porque supongo que si se ha elaborado el código de autorregulación es porque éticamente lo ven necesario, porque socialmente es plausible y porque democráticamente era necesario proteger la indefensión de niños y jóvenes. Ahora sólo queda cumplirlo por la vía del deber y del compromiso adquirido porque la vía de la sanción es impracticable en nuestro país por ausencia de medidas legales coercitivas.Carmen de Andrés 27.8.08 (Con la aprobación de TAC, Telespectadores Asociados de Cataluña)

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