Terminamos en esta ocasión a la cuestión planteada hace días. Las respuestas pueden ser variadas y todas razonables. “No tengo tiempo, aunque parezca mentira”, “Debo atender a una persona enferma y hacer lo de la casa, que no es poco”, “¡Es un aburrimiento total!”, “¿Quién atiende a mi familia?”, etc.
Si superamos estas cuestiones, vayamos a lo práctico. Conozco personas, atareadas, que acuden a hacer ejercicios a diario de lunes a viernes, a una misma hora. Dejan las cosas hechas o pendiente de terminar y se marchan, con chándal o sin él, a un gimnasio a realizar sus tres cuartos de hora de ejercicios. Han abonado una cuota más bien escasa, que les permite acudir do días acudir a la piscina y tres días cada semana. Saben que si no asiste le pondrán “Ausencia”. En cuanto supere el 30% las faltas sin justificar, no le dejarán ya realizar los ejercicios oportunos.
Y así cada día, a una hora, fija allí están unas 23 ó 26 personas mayores de 65 años.Cada día son cuatros turnos seguidos. Cada cual elige al principio de curso la hora que mejor le conviene. Algunas personas en su vida no habían realizado ejercicio alguno de este tipo y se encuentran , al principio, algo avergonzadas. Con el paso e los días se dan cuenta que no son ellas solas las que tienen estas carencias físicas. Hablan entre sí, se intercambian experiencias y van entrando en tarea.
Cada clase se compone de tres módulos: el primero e para ir calentando el cuerpo, con una marcha algo ligera, para mover las articulaciones todas (tobillos, rodillas, pelvis, rodillas, codos, cabeza, brazo, antebrazos, hombros, dedos, muñecas, etc. A continuación otros ejercicios en los que se mueve todo el cuerpo –acompañado de una música marchosa y que invita a moverse. La monitora realiza al mismo tiempo estos ejercicios y los repite hasta la saciedad.
El segundo cuarto de hora se realizan algunos días circuitos de ejercicios varios,- con gomas para estirar los músculos de ambos brazos, o bien, con unas picas realizar ejercicios hincando una rodilla en el suelo, cambiando cada vez de parte del cuerpo. También se pueden usar pesas de uno o dos kilos para elevar según las posibilidades, etc. Se completa el tiempo y después viene el tercer cuarto de hora dedicado a estiramiento de músculos.
Una música suave, sobre el tatami, descalzos pero con calcetines, se mueven y levantan las extremidades inferiores, o bien, d forma lateral, se van levantando una extremidad u otra según la posturas que tomemos. Sentados en el suelo, con las extremidades inferiores abiertas, se trata de intentar tocar el pie de cada una de las extremidades, sin doblar la rodilla correspondiente… ¡y así pasan los 45 minutos de ejercicio físico! Que nunca parecen los mismos. Se vuelve a casa algo cansado pero una ducha caliente tonifica el organismo.
Esta serie de ejercicios se pueden realizar tres días a la semana -lunes, miércoles y viernes- y es compatible con acudir a realizar ejercicios en la piscina durante el mismo tiempo en cada sesión (45 minutos) los martes y jueves. Me he encontrado con personas que estaban encorvadas y han vuelto a unas posturas casi normales. Este curso pasado coincidía bastantes veces con una señora –se había quedado viuda hacía poco tiempo, según me contó- que tenía 79 años y acudía apoyada en su bastón en el bus desde la zona centro de la ciudad hasta la piscina de san Amaro. Faltó pocas veces y siempre procuró justificarlas (una boda en Barcelona, una cita en Hacienda para resolver cuestiones de papeles, etc).
Tengo un amigo que cuenta con más de ochenta años; se recorre la ciudad donde reside en dos horas, acude a un gimnasio privado para realizar ejercicio de pesas, etc. Cuando lo presento a una amistad, le preguntamos qué edad –más o menos- le parece que tiene el “joven atleta” y todos se equivocan en veinte años aproximadamente, por abajo.
Recuerdo lo que me contó un médico cardiólogo. Tiene este lema para todos sus pacientes: “Poco plato, más zapato y nada de tabaco”
Diario de Molinoviejo (V)
Hace 1 año
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