Conocí a Javier hace menos de un año. En este tiempo ha nacido una amistad grande entre ambos. Fue un casual de la vida –como dicen algunos- ya que acudimos a la misma conferencia sobre la familia. Javier iba a grabar la conferencia y yo iba a escuchar e intervenir si hacía falta. Y así ocurrió, ya que el ponente, profesor de la Universidad de A Coruña al hablar del botellón dijo que tenía solución.
En el momento de preguntas tomé el micrófono y comenté que en el año 1995 se había celebrado un simposio en la universidad de Sevilla y llegaron a la conclusión que no tiene “arreglo” por motivos económicos y de otra índole. Después de escuchar mis palabras el ponente de turno manifestó que aquellas personas no serían profesionales de categoría para afirmar tal premisa. Se mantuvo entre nosotros dos un debate que no se pudo continuar, ya que él tomó el micrófono y echaba por tierra todos mis argumentos; al no poder replicarle con micrófono.
Al salir me topé con Javier que estaba grabando de forma muy artesanal los últimos detalles de la sesión. Me paré para saludarle y preguntar al mismo tiempo con quien trabajaba. Me sorprendió cuando manifestó que era un voluntario de Radio María. Ya que esta emisora está bastante en precario y no se puede casi sostener económicamente. Nos intercambiamos las tarjetas y quedamos en vernos cuando nos fuera posible..
El domingo siguiente nos vimos, tomamos un aperitivo, charlamos sobre nuestras propias aficiones y profesiones personales. Coincidíamos en muchos factores y de ahí fue aumentando la amistad. Javier trabaja para una empresa y en los ratos libres –sábado por las mañanas, si es posible- lo dedica a sus aficiones. Se sacrifica bastante para ser voluntario de Radio María y domina bastante las maniobras para emitir en directo desde un templo la santa misa, el rosario o una novena popular.
Es un hombre feliz, casado con una estupenda esposa, muy laboriosa. De este matrimonio nació Ana, con catorce años.La abuela les resuelve diversos problemas, como es frecuente en la actualidad. Javier es un manitas porque le puedes encargar la filmación de una boda, una ceremonia de cualquier tipo –con música incorporada-y lo “clava” como un profesional. Además, Javier tiene una cualidad poco frecuente en algunas personas y es que huye del “ya vale”. Por este motivo le llueven los trabajos: cuando alguien le encarga un quehacer se da cuenta que es responsable en lo que se compromete y cuando entrega su tarea aquello está bien acabado, sin riesgo de la clásica chapuza hispánica de “aguanta mientras cobro”.
Javier es un profesional responsable: cuando le encargas una tarea, se da cuenta que también pueden arreglarse otros detalles colaterales con aquella y que a nadie le había pasado por la mente. Este tema le da mucho prestigio entre sus clientes y jefe, que descansan en su bien hacer. Javier reúne una serie de cualidades, entre las que deseo destacar el agradecimiento, la preocupación por los demás y el olvido de sí mismo. Vale la pena tener amigos como Javier. Y que me perdone si lee estas líneas, ya que soy partidario de hablar bien de los amigos cuando están vivos, que no lo habitual: cuando alguien fallece, todos son loas y felicitaciones. Gracias, Javier por tus buenas y excelentes cualidades.
Diario de Molinoviejo (V)
Hace 1 año
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