martes, 17 de marzo de 2009

EDITH STEIN. UN PRÓLOGO FILOSÓFICO, 1913-1922 DE ALASDAIR MC.

Edith Stein (1891-1942), de ascendencia judía, convertida al catolicismo en 1922, murió en las cámaras de gas del campo alemán de Auschwitz. La presente obra pretende presentarnos el itinerario intelectual –contemplativo habría que decir mejor– de Stein, situándola en el entramado humano y espiritual en que se desenvolvió su vida. Apuntemos, de paso, que el autor de la obra –Mc Intyre– es un reputado filósofo contemporáneo, cuyas investigaciones se han desarrollado principalmente en el campo de la ética.

¿Podemos separar el pensamiento y la vida de un pensador? ¿Podemos disculpar a un pensador –piénsese en el caso Heidegger– alegando que la grandeza y profundidad de su filosofía están muy por encima de sus actitudes vitales y sus posicionamientos políticos? La vida de Edith Stein es un ejemplo de cómo una filosofía verdadera conlleva una vida verdadera y justa. Con quince años, dejó Stein de rezar, pasando a ser una incrédula silenciosa. Sin embargo el deseo y exigencia de verdad rigurosa nunca la abandonaron.

Realizó estudios de filosofía con Husserl, el fundador de la fenomenología, en Göttingen. A este llamado “cículo de Göttingen” pertenecieron, entre otros, Max Scheler, Adolf Reinach, etcétera. El problema filosófico al que Husserl se enfrentará y la significación del fundador del movimiento fenomenológico para la historia del pensamiento, ocupan las más densas páginas de la obra que nos ocupa. Su lectura requiere atención y constancia.

Edith Stein ocupó un muy destacado lugar en dicho movimiento, aunque muy pronto emprendería su camino personal. En no pocos puntos se separa Edith Stein de su maestro Husserl: “Todos los jóvenes fenomenólogos éramos realistas convencidos. Sin embargo, las Ideen –de Husserl– contenían algunas expresiones que sonaban como si el maestro volviese al idealismo” (página 119).

Durante un tiempo de la Primera Guerra Mundial, sirvió como voluntaria de enfermería. En pleno desarrollo de la guerra –1916– obtendrá, en Friburgo, el doctorado con la calificación de summa cum laude. La tesis –acerca de la simpatía, es decir, acerca del conocimiento del otro– fue dirigida por el propio Edmund Husserl. Sin embargo, importantes y profundos cambios iban a producirse inmediatamente en su interior.

Entre este año –1916– y 1922: “este es un período en el que se produce una transformación extraordinaria, que no sólo se advierte en el compromiso religioso” (página 157). En la génesis de esta íntima transformación se hallan las pérdidas y sufrimientos causados por la guerra, amén del cataclismo político y social. Añádase a esto el fracaso de Stein en su pretensión de acceder a la carrera académica en la universidad alemana, “aunque fue realmente providencial que fuese liberada de las limitaciones propias de la vida académica. A las esperanzas y expectativas frustrada siguió un nuevo horizonte de posibilidades” (página 158)..

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