viernes, 27 de febrero de 2009

PACO PUMAR Y LA GIMNASIA

Esta mañana acudí a gimnasia para mayores de 65 años. No encontré a Francisco y a su esposa Mª Jesús. No le dí mayor importancia ya que . Francisco era muy aficionado a la pesca.Pensé que había aprovechado la ocasión para echar la caña y levantar una buena pieza, un sargo de un kilogramo o más. Cuando me disponía a resolver unos asuntos sonó el teléfono. Al otro lado estaba Fiua , otra compañera.Me comunicaba que ayer por la mañana, cuando Mª Jesús fue a despertar a Francisco, se encontró que ya había fallecido en un dulce sueño.

Escribo estas líneas lleno por la emoción y el cariño a Paco y esposa. En los meses que pasamos juntos, hemos tenido unas tertulias en las que nos comentábamos experiencias y ratos buenos de nuestras vidas. Pienso que sé más de Paco que él de mi, porque me ganaba en el hablar y en otras muchas cosas buenas que tiene un “lobo de mar”, que eso era Paco. Procuraba animarle para que me contase aventuras de los muchos años pasados en la mar, cerca de Terranova o en las costas de África, como encargado de cocinar para la tripulación de un barco, de los que acuden a tal menester. Mientras realizábamos ejercicios, en el tatami, Paco iba desgranando anécdotas, pinchado por mi ansia de conocer ese mundo maravilloso de la mar Y me viene a la mente aquella de cuando el barco estuvo a punto de naufragar porque una enorme ola les vino, de forma inesperada, aunque la pericia del capitán o del segundo de abordo fue suficiente para que todo quedara en un susto.

Paco ha sido en estos pocos meses un pozo sin fin. Como este invierno fue bastante crudo, en cuanto al mar en la Costa de la Muerte, teníamos cada día una anécdota, entre los varios ejercicio, bajo la mirada continua de Mª Jesús, que le animaba a moverse y a no hablar con el compañero. Se me olvidaba decirlo. Paco, más de una vez, me contaba que él acudía a estos ejercicios de gimnasia para mantenerse en forma, para traer a su esposa, ya que él tenía mucho quehacer en al aldea, donde este invierno quería haber eliminado la hierba que crecía y era preciso cortarla antes que se pusiera más alta. Alguno de sus dos hijos se encargará de realizar esta tarea.

Cuando en enero pasado el mar era bravo, Paco me confiaba algo que estaba en su interior: “No se puede ir a pescar con la caña pues no hay nada de nada. Esta mar echa de la costa al pescado y es perder el tiempo ir con la caña para intentar sacar algo”. Me tenía al día de cuando era bueno intentarlo y cuando era mejor quedarse en casa. Una persona con una gran humanidad, como me confiaba Nieves, “era una persona que animaba el grupo, con sus anécdotas”

Querido Paco, te diré lo que me contaba Cristina esta mañana cuando fui a darle la noticia de que te habías marchado sin dar la lata: “Él no se ha enterado y, al mismo tiempo, su esposa e hijos se han librado de una temporada de sufrimientos.” Gracias Paco, por tu sencillez y allí donde estás, ya sabes que no hay nubarrones ni tempestades, sino todo es bonanza, donde podrás echar la caña. No te preocupes por María Jesús, que entre todos la cuidaremos con un cariño similar al que tú ponías”.-

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