El Royal College of Psychiatrists, la principal organización profesional de psiquiatras del Reino Unido, ha dado un importante giro a sus recomendaciones en torno a la relación entre aborto y salud mental.En 1994, esta institución marcó una línea interpretativa muy clara con su respuesta especializada a una pregunta hecha por Lord Rawlison, en aquel entonces parlamentario de la Cámara de los Comunes. A la cuestión sobre los efectos psíquicos y psico-sociales en las mujeres de la práctica de abortos, el colegio contestó de manera concluyente: “Los riesgos para la salud psíquica de la interrupción de un embarazo en el primer trimestre son mucho menores que los riesgos asociados al hecho de seguir adelante con un embarazo que está perjudicando claramente la salud mental de la madre”.
Pues bien, el pasado 14 de marzo el colegio dio marcha atrás: el aborto voluntario supone un riesgo importante para la salud mental de las madres y, por tanto, recomienda que se asesore convenientemente sobre estos riesgos a quienes deseen abortar. Las indicaciones que dan bajan a detalles prácticos y recomiendan actualizar la información lo antes posible con la edición de folletos que incluyan detalles de los riesgos de depresión a raíz de un aborto, pues “no puede haber consentimiento informado –se dice en las conclusiones– si no se suministra una información adecuada y apropiada”. Hay que tener en cuenta que la opinión pública inglesa está muy sensibilizada por la cuestión: a principios de este año, se publicaron los detalles de la muerte de Emma Beck, ocurrida en 2007. La joven artista británica de 30 años que había abortado a sus dos gemelos, apareció ahorcada, dejando a sus familiares una conmovedora nota: “La vida es un infierno para mí, yo nunca debería haber abortado, habría sido una buena madre. Quiero estar con mis bebés, necesitan de mí más que nadie”. La familia de Beck culpó al estamento médico de no haber informado con acierto a la joven.
El dedo en la llaga
La revisión de la doctrina del Real Colegio se enmarca en el contexto de la controversia que ocupa estas semanas los puestos principales de la discusión política británica: la reducción del plazo para abortar de 24 a 20 semanas. Según el Sunday Times, el 59 por ciento de las mujeres apoya esa reducción, y sólo un 28 por ciento está a favor de mantener el límite actual. Para la diputada conservadora Nadine Dorries, el nuevo planteamiento del Colegio de Psiquiatras podría acabar con muchas arbitrariedades: “Que un médico tramite la solicitud de aborto de una mujer, sin darle el apoyo y la información que necesita en ese momento de crisis, me parece casi como un caso de malos tratos”. Del mismo parecer es el doctor Peter Saunders, secretario general del Christian Medical Fellowship: “¿Cómo puede un médico justificar ahora un aborto por razones de salud mental (motivo que se invoca para más del 90 por ciento de los 200 mil abortos anuales que se practican en Gran Bretaña), si los psiquiatras mismos dudan que haya pruebas claras de que proseguir el embarazo pueda causar problemas psíquicos?”.
Diario de Molinoviejo (V)
Hace 1 año
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