Recordando lo que ocurrió la pasada semana en Pozuelo de Alarcón, todos caemos en la cuenta que en nuestro país existen otros Pozuelos, con los mismos síntomas. Familias que son algo miedosas y cobardes, que ceden a su prole el mando de lo que no deben nunca dar a una juventud que no está preparada para llevar a buen puerto la barca de sus vidas.
Todos nos hemos llevado las manos a la cabeza (?) al saber que los padres –no todos, por suerte- se han movilizado al saber la condena del juez hacia sus respectivos hijos. Les parece demasiado que estén tres meses sin poder trasnochar, pero no les importará que rompan el mobiliario urbano, asalten la comisaría de policía y otras “cosillas por el estilo”. ¿Pero qué tiene que ocurrir en una noche de movida como esta para que los padres reaccionen y la sangre –mejor dicho la horchata- que tiene en sus venas les mueva a decir:"¡Basta ya!.¡Se acabó! Los que mandan en mis hijos somos nosotros, sus padres, y se hace lo que nosotros vemos oportuno, que no es lo mismo que decir “lo que nos da la gana a nosotros”.
¡Ya está bien de tantas noches de movida! ¡Noches en las que los padres piensan que sus hijos son unos angelitos venidos del cielo azul –aquel que cantaba el Machín de turno! ¡Los hijos/as van a hacer daño y a reírse de todo “quisque”, porque con tal cantidad de alcohol en las venas y con chico/a cercano otra cosa no se les ocurre! La pena es que el juez deje en libertad a las pocas horas a los infantes y no les cargue la mano a los padres en la cartera y les exija 300 euros –por lo menos- para arreglar el mobiliario urbano y ponga a los hijos a plantar pinos en los montes quemados o a limpiar las calles, después de unas noches de movida, tal como hace el juez granadino Emilio Calatayud. Porque los chicos tienen derechos –lo dice la Constitución Española- pero también es verdad, que tienen sus deberes que cumplir.¿Por qué no se les exige a los padres más responsabilidad de los hijos?
Diario de Molinoviejo (V)
Hace 1 año
No hay comentarios:
Publicar un comentario