martes, 28 de julio de 2009

LA V ENTANA

Es un cuento corto que leí hace tiempo. Se trata de una niña, de unos diez u once años, que padece una enfermedad asmática. Tiene en la mesilla de noche un medicamento con un spray para cuando le dan esos ataques que la ponen al borde de irse de este planeta. Esta chiquilla se llama Rosa y es muy buena. En la habitación hay otra persona enferma, que no tiene la suerte de Rosa, pues su cama está lejos de la ventana desde donde Rosa ve todo lo que ocurre en la calle, plazoleta y lugares cercanos a ella.

Cuando Rosa se encuentra bien le suele contar a su compañera de habitación lo que ella contempla desde su cama. Un día es un grupo de niños que corren tras unas palomas que revolotean por la calle. Otros día es un grupo de mozalbetes que ven un desfile de soldados, que bien uniformados están detrás de unas banderas multicolores, etc ¡Cómo disfruta Rosa contando estas cosas a su compañera de habitación! Pero, esta persona en vez de agradecerlo le produce una envidia enorme y desea que algún día esa cama donde descansa Rosa pueda ser su lugar en la habitación.

Y una noche ocurrió que Rosa, de madrugada, tuvo un ataque profundo de asma y se ahogaba. Para estos casos disponía una campanilla para avisar a la enfermera de turno. Pero, en un momento de un espasmo, rozó con la mano y la campanilla cayó al suelo, yendo a parar debajo de la cama de la otrita compañera de habitación. Por más que le suplicaba que le acercara la campanilla, o que la tocara, la otra persona miraba para otra parte y se le veía en la mirada unos deseos nefastos de que la chiquilla pudiera dejarle por fin aquel lugar.

Y así ocurrió. Cuando llegó la enfermera, Rosa estaba lívida de muerte y ya no tosía. La enfermera no hizo nada por ella, ya que era tarde y el asma ya no tenía solución. Rosa había terminado su estancia en esta vida y ya no le contaría más historias desde el lugar que tenía desde su sitio. Quedó un vacío tremendo en aquella habitación. Y la compañera solicitó que la cambiaran de lugar a aquel sitio…

Y la enfermera no tuvo inconveniente para cedérselo. Ella no sabía de las historias que le contaba Rosa a su compañera de habitación. Y cuando la colocaron en la cama frente a la ventana, sufrió una gran decepción: frente solamente había una pared, desconchada, y ni había calle con niños, ni jardines, ni soldados bien uniformados… ¡Lo que ocurría era que Rosa poseía una gran imaginación y se inventaba aquellas historias para que su compañera de habitación disfrutara con sus narraciones!

¡Cómo lloró aquella noche cuando, sin Rosa ya, no pudo ver ni escuchar las narraciones de Rosa! La envidia le había jugado aquella mala pasada y se había quedado sin una compañera estupenda que le hacía la vida hermosa con sus estupendas narraciones… ¡Cómo echaba de menos a la amiga Rosa que desde su lugar veía cosas que ella era incapaz de observar y contemplar en el otro lugar de la ventana!.-

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me ha recordado algún cuento que leí o vi en TVE. Me ha encantado leerlo y recordarlo. Muchas gracias por el detalle. Ricardo Fernández (Zamora)