jueves, 31 de enero de 2008

MIEDO A LA VERDAD

Chesterton anticipó que cuando se estableciera la libertad religiosa no se podría hablar de Dios.

Miedo no sólo, ni principalmente, por tener asuntos que se prefiere ocultar, si no quizás por un temor que se extiende cada vez un poco más a que los descubrimientos que acompañan a la verdad sean temibles, algo así como si la realidad se presintiese amenazante y la alegría estuviera mejor guardada con una cierta dosis de ignorancia.Se dice que en esta sociedad el interés por la verdad es un valor muy secundario y decreciente y, sin que se caiga por fuerza en una vida hipócrita, el miedo a que la verdad desilusione o nos inquiete tontamente encoge la fuerza de la vida de la inteligencia y la detiene mucho antes de alcanzar la meta. ¿Seguirá siendo aplicable en nuestro tiempo la conocida frase antigua: «Sólo hay dos clases de hombres, los que temen perder a Dios y los que temen encontrarle» o más bien nos rodea una indiferencia espesa y precavida para lo que no sea el consumo, el bienestar y la autoafirmación?

Chesterton anticipó que cuando se estableciera la libertad religiosa no se podría hablar de Dios. La paradoja. ¿Adivinaba que, cuando cualquier verdad que afectase a la religión tuviese el aval solemne y casi sagrado de lo que debe ser tenido en cuenta por todos, unos pocos podrían impedir que se hablase de Dios en nombre de su credo? El amor a la libertad de Chesterton, que le llevó a exigirla para poder sonarse a sí mismo, era el que han vivido los hombres comunes con conmovedora sencillez siempre, sin discursos ni leyes; los derechos que protegen a las actividades más elementales le parecían sospechosos, previendo, lo que se ve con frecuencia, que unos cuantos hagan callar a la muchedumbre con instrumentos jurídicos. Se aprovecha una opinión que supone que el hallazgo de nuevas verdades va alcanzando descubrimientos cada vez más difíciles de entender, casi como en la nueva física en que los resultados son inimaginables y que sólo pueden ser expresados en un lenguaje asequible a un reducido número de especialistas. ¿Será difícil alcanzar la certeza de que Dios existe? ¿La certeza está más cerca del teólogo? La certeza está al alcance de cualquiera; depende de saber desde dónde se mira y hacia dónde está orientada la vida; para algunos la existencia de Dios es imposible de demostrar y para otros, si no evidente, es un hallazgo que comienza en la toma de conciencia de una verdad universal, que habla a todos indistintamente.

¿Quiénes están más seguros de la existencia de Dios? ¿Los más inteligentes, los mas buenos?¿Los más instruidos, los más incultos? Ramiro de Maeztu volvió a la Iglesia desde su anarquismo joven leyendo La crítica de la razón pura, que alejó a tantos de buscar a Dios con la inteligencia, cuando leyó la afirmación kantiana de los juicios sintéticos a priori y entendiendo que existía el espíritu, todo le fue más fácil. E. Anscombe, discípula y albacea de L. Wittsgenstein que publicó sus obras póstumas, encontraba la certeza de la existencia de Dios oyendo hablar a los niños, sin gramáticas, ni reglas ni «tratados», como Newton, que afirmaba con gran serenidad: "Sí pero el ojo es anterior a la óptica". R. Bultman trabajó para que quedara claro que de Cristo casi no hay ningún rastro histórico fuera de unas pocas palabras; su discípulo H. Slier se convirtió al catolicismo y, sacerdote, es uno de los teólogos más citados por sus extraordinarias aportaciones a la Teología del Nuevo Testamento.

El carbonero tiene su fe, y el sabio y el ama de casa y el anciano y el niño la suya, superior a las fuerzas del hombre y al mismo tiempo cercana y familiar en la Gracia y nunca «difícil», con la dificultad, de los famosos enigmas de la historia. Ángel García Dorronsoro.

miércoles, 30 de enero de 2008

JUAN CARLOS

Hoy, de madrugada, falleció Juan Carlos. Fue un alumno aventajado al que hace unos meses se le declaró un cáncer. La madre coincidía a diario conmigo, menos hoy y ayer que no la localicé. Después, sobre la media tarde un amigo me daba la noticia de la muerte de Juan Carlos. ¡Cómo me repetía la madre una y otra vez lo que ella le pedía a Dios! “¡No te lo lleves, que aún es joven y tiene muchas cosas que hacer todavía!” Hoy mismo se le dio sepultura y mañana, último día de enero, serán los funerales en Vigo, donde residía Juan Carlos desde hace tiempo. (Algo de esto le contaba esta tarde a Mario, el taxista que me trajo esta noche a casa. Con él me desahogué un momento y supo entenderme. Siempre digo que los taxistas son psicólogos, que saben entender a las personas que llevan de un lugar a otro en las grandes y pequeñas urbes. ¡Cómo les aprecio cada vez más a estas personas, los taxistas! Gracias, Mario).

Era Juan Carlos, este hombre-niño una persona buena. Estudió la carrera de Químicas, quizás ilusionado por un profesor que le daba esta misma asignatura. Físicamente era alto, fuerte, moreno, de buen ver y muy recio. Aunque los médicos le trataron a tiempo el cáncer, la ciencia no ha podido vencer a esta enfermedad. Hay que conformarse otra vez más y seguir investigando hasta que algún día se le pueda ganar la batalla.

Juan Carlos fue director de un Colegio Mayor de Santiago de Compostela durante varios años. Marchó después a Vigo, ciudad en la que se dedicaba, entre otras muchas labores a impartir la docencia en el Colegio Montecastelo, de Fomento de Centros de Enseñanza. Los alumnos, padres y colegas habrán quedado marcados con una herida profunda. Y es que con Juan Carlos se pasaba muy bien en las clases, en el trato de amistad: era todo corazón, un gran amigo con el que se podía contar en todo momento.

Y no son palabras estas que están motivadas por la emoción del momento. El que haya estado con Juan Carlos en una ocasión, en el colegio, en la calle, tomando un pincho o en otro lugar lo puede afirmar y quizás nos quedemos cortos. Como profesor que fui de Juan Carlos, hace bastantes años, así lo dejo escrito. Después, ya mayor, no defraudó en el trato amable y sincero a sus amistades, familiares y a todas las personas que se cruzaron en su vida.

Gracias Juan Carlos. Voy a ser exagerado: hoy no pedimos a Dios por ti. Haznos un gran favor: pide a Dios por nosotros. En primer lugar por mamá, tu querida madre Celia -¡mujer fuerte donde las haya!-, por tu hermana, sobrinos, cuñado y demás familiares, para que sepan encajar este golpe bajo. Aunque Dios sabe más, como nos decía muchas veces san Josemaría, y sacará mucho fruto de tu marcha al cielo. No te quepa duda. Pide para que esta sociedad nuestra, en la que viviste y ahora nos toca a nosotros seguir navegando, sea más humana, mejor en todos los sentidos. Y que en ella se puedan encontrar esos valores que tú has vivido a fondo: nobleza, alegría, fortaleza, solidaridad, compañerismo, lealtad, sinceridad, valentía y bien hacer. Muchas gracias Juan Carlos por tu vida entera.

martes, 29 de enero de 2008

MERECIÓ LA PENA SER SU AMIGO(II)

Francisco Iglesias ya está en el nuevo puesto de trabaja. Cada día se esmera en hacerlo lo mejor posible. Dentro de su mente le sigue dando vueltas a los medios de comunicación. Deja el trabajo del nuevo banco y se traslada a un colegio privado para llevar la contabilidad. Mientras, estudia y se prepara para un día poder presentarse a las pruebas de preuniversitario y dar el salto a la universidad. Un amigo suyo de Betanzos, licenciado en matemáticas, se encarga de explicarle algunas cuestiones especialmente difíciles. Del resto él va estudiando y, de vez en cuando, consulta con algún profesor.

Se aproxima la época de exámenes para estudiantes libres (es preciso aclarar que en aquellos entonces se podía estudiar de forma oficial en un instituto o colegio homologado o bien por libre, lo cual suponía mayor dificultad a la hora de los exámenes, porque se desconocía a los catedráticos, la programación que exigía, etc). Pero Paco quiere seguir sus estudios así porque no tiene otra opción. Un día lee en la prensa que los exámenes son un determinado día de junio. Se prepara los últimos temas y marcha para Santiago de Compostela para sufrir los duros exámenes. Pero surgen dificultades…

Al llegar a la facultad donde debía someterse a las pruebas o exámenes correspondientes se queda petrificado. ¿Por qué motivo?. En la prensa del día que él leyó decía un día determinado –un dato erróneo-, como se pudo comprobar después. Paco leyó una fecha determinada y había sido otra acabada en el mismo digito. Fue un 25 la que aparecía en la prensa del día, y las pruebas habían sido el 15 del mismo mes de junio. Se quejó al rectorado, pero sólo consiguió buenas palabras y que volviera a los exámenes de septiembre. Así lo hizo y consiguió obtener buenas notas y superar una dificultad más.

Una vez con la papeleta y el libro de bachiller en su poder, Paco pide una “beca salario” para poder hacer frente a los estudios universitarios ya que debía abandonar el puesto de trabajo, que era la fuente de su economía. Le concedieron esta beca por la que recibió una cantidad que después, al paso del tiempo debería devolver. Y se marcha a la Universidad de Navarra para iniciar los estudios de Ciencias de la Información (Periodismo). Allí se establece y como no llegaban los medios económicos se encarga de llevar la contabilidad de un Colegio Mayor. Trabajo y estudio al mismo tiempo…y Paco consigue hacer muchos amigos entre los estudiantes de la facultad…

lunes, 28 de enero de 2008

MERECIÓ LA PENA SER SU AMIGO (I)

Era una gran persona y gran amigo. Trabajador como él sólo. Estar a su lado fue siempre un descanso para todos. Alegre e ingenioso con todos. Con sus padres, hermanos, primos... y con sus amistades. Animaba y sugería siempre. Se preocupaba de que los demás lo pasaran bien. Nunca hablaba de su persona, sino de los demás. Tenía muchos, pero que muchos amigos. Se hacía querer por todos. No es que fuese un objetivo o táctica, sino que los demás le devolvían –no siempre, por desgracia- el cariño que él sabía derrochar a su alrededor.

¿De quién hablamos? De Francisco Iglesias González, nacido en Betanzos y que el lunes día tres de marzo es el cuarto aniversario de su fallecimiento. No quisiera que su persona pase al olvido de forma fácil. Paco, como le llamábamos los amigos, colegas y compañeros, fue un hombre amable, sencillo, con una gran personalidad y que fue una gran suerte encontrarse en la vida.

Recuerdo, a pesar de los muchos años que han pasado, cuando le conocí. Acababa de llegar a la ciudad que me ha dado cobijo desde entonces. Me lo presentó un profesor de universidad de Santiago de Compostela. La amistad, a partir de aquel momento, fue creciendo día a día. Paco era bueno. Muy bueno. Inteligente como los haya en este planeta. Listo y con una memoria tremenda. A su lado era preciso mejorar porque se te contagiaba todo por mimetismo.

De Paco no se puede decir nada que no sea positivo. Recuerdo que aquel año de 1962 se había presentado a una plaza de Radio Nacional de España, ya que lo suyo eran los medios de comunicación. No la consiguió porque la ganó otra persona mejor preparada o con más experiencia. Nunca dijo el por qué. Pero Paco no se amilanó. Pertenecía a una familia sencilla y modesta, de varios hermanos y debía salir adelante. El bachiller que había estudiado en aquel entonces era de una rama agrícola, si no recuerdo mal. Le faltaba el llamado preuniversitario para dar el salto a la universidad.

Paco se presentó –mientras trabajaba en un banco de Betanzos- para obtener una plaza en una entidad bancaria –lejos entonces- del pueblo que le vio nacer. Aprobó pero sin plaza. Le dijeron que en breve le llamarían para ocupar un puesto de trabajo. A los pocos meses Paco dejó su Betanzos y sze integró en el nuevo puesto de trabajo. Paco sí que quería mucho, porque siempre habló de Betanzos con ilusión y querencia. ¿Cuándo se le va hacer hijo predilecto y se le pone a una calle su nombre? ¡Allí donde estaba Paco todos los que le rodeaban conocían Betanzos de oída porque él se encargaba de hablarles! ¡Y cómo describía sus fiestas "Os Caneiros", el globo del día de san Roque, sus ríos y sus rincones!...

domingo, 27 de enero de 2008

"JUICIO A DARWIN" DE PHLLIIP E. JOHSON (CIENCIA Y FE - EVOLUCIONISMO)

¿Dicen los fósiles lo que nos dicen que dicen? ¿Los contradice la biología molecular? El problema central es el origen del ser humano.
Desde un punto de vista científico

Que la teoría darwinista tiene detractores, ya se sabe. Que los argumentos de los detractores sean conocidos, eso ya es otra historia. Quizá sólo en el ambiente cultural norteamericano se ha extendido la polémica y los argumentos consiguen llegar al gran público. De hecho, este libro ha sido uno de los bestsellers más exitosos de Estados Unidos en los últimos años. Desde inicios de los ochenta del siglo XX, en Norteamérica, diferentes legislaciones estatales han obligado a que en la enseñanza pública el darwinismo no sea enseñado como una verdad científica. Antes bien, se obliga a tratar por igual la teoría de la evolución y la denominada «Ciencia creacionista».
En este libro, Phillip E. Johnson recoge todas las objeciones que se le pueden realizar a la teoría de la evolución darwinista desde una perspectiva científica y, por lo tanto, rigurosa. El autor se ve obligado a revisar el evolucionismo en todas sus propuestas teóricas desde el origen de la vida. Pero, para qué negarlo, lo que importa es la explicación de la aparición del hombre. De ahí que el evolucionismo darwinista, esencialmente, se transformara en una ideología, más que en una teoría científica. De hecho, como señala el autor, la herencia ideológica del evolucionismo se deja aún sentir en las modernas disciplinas. Así, «la antropología física, que estudia los orígenes del hombre, es una especialidad que a lo largo de toda su historia ha estado más fuertemente influenciada por elementos subjetivos que prácticamente cualquier otra rama de la ciencia respetable».

Los presupuestos ideológicos han llevado a que la antropología y la paleontología se esfuercen en buscar aquello que «necesitan» para corroborar sus presupuestos. Esta actitud atenta contra el más elemental de los principios científicos. De ahí que, frecuentemente, «veamos lo que esperamos ver, a menos que seamos extremadamente cuidadosos en mantener a raya nuestros prejuicios». Pocos científicos materialistas son capaces de ser sinceros y verdaderos científicos. Por ejemplo, Zuckerman, uno de los más prestigiosos expertos en primates de Gran Bretaña, «considera evidente que el hombre ha evolucionado desde los monos, pero también que buena parte de las pruebas fósiles son disparates».

Algunos ejemplos
De hecho, el autor del libro se atreve a afirmar que «los fósiles, cuando son analizados objetivamente, más que respaldar la teoría darwinista, nos disuaden de ella». Por eso, Zuckerman no ha dudado en desmentir lo que tantas veces se nos presenta como verdad evolucionista. Por ejemplo, sus mediciones biométricas del Australopithecus le lleva a concluir que no está nada claro que andase de forma parecida y erecta como el hombre actual. No obstante, en los reportajes televisivos nos dan a entender que la evolución es manifiesta por el parecido en andar del Australopithecus y el hombre actual.

Una de las ventajas actuales es que la ciencia ha avanzado notablemente en disciplinas como la genética. Darwin no podía siquiera imaginar el aparato científico que iba a permitir replantear científicamente sus teorías. Hoy en día, «los expertos fósiles y los biólogos moleculares están entrando en conflicto». Los biólogos moleculares se encuentran en disposición de argumentar que los seres humanos somos descendientes de una mujer aparecida en África hace 200 mil años. Todos los fósiles que salgan de estos parámetros no pueden incluirse en la especie humana.

Este simple dato incontestable desbarata la mayoría de propuestas teóricas de los paleontólogos. El libro presente se deja leer bien y casi constituye una novela de intriga científica, que permite mantener la atención del lector. Alfonso Carlos Amaritriain

El libro
Juicio a Darwin
Phillip E. Johnson
Traducción de Luis Bou García
Homolegens,
Madrid, 2007
246 págs

sábado, 26 de enero de 2008

MARKETING CON CULTURA EN LOS BOMBONES


Hace pocas fechas un amigo viajó a Italia por motivos de negocios. De vuelta trajo unos bombones “especiales”, ya que cada uno venía envuelto en un papel transparente y fino con pensamientos en diferentes idiomas. Pienso que es una forma de hacer marketing cultural con sabor grato a lo dulce. Me quedé con dos como ejemplo:

A) Sposati: se trovi una buona moglie sarai felice; se ne trovi una cattiva, direnterai filosofo.
By all means marry if you get a good wife you will become happy, and if you get a bad one you will become a philosophec.
Casa-te: se encontra uma mulher boa ficarás feliz; se encontrar uma má, te tornaras filosofo.
Cásate: si por casualidad das con una buena mujer, serás feliz; si no, te volverás filósofo.
Marie-toi si tu trouves une bonne pousé tu seras heureux; si tu en trouves une movaise, tu deviendras philosophe. (Sócrates)


B) Amami soltando per amore dell amore.
Love me for love`s sake only.
Ámame solo por amor al amor.
Ama-me só por amor do amor.
Aime-moi seulement par amour de l´amour
(E. Barrett Browning)

viernes, 25 de enero de 2008

MADUREZ INTERIOR -- EDUCAR EL CARÁCTER

Todo hombre es un ser social, abierto a los demás. Para cualquier persona, los otros son una parte importante de su vida. Su realización plena como persona está indefectiblemente ligada a otros, pues todos sabemos que la felicidad depende en mucho de la calidad de nuestra relación con quienes componen nuestro ámbito familiar, laboral, social, etc. Sin embargo, no puede olvidarse que el hombre no sólo se relaciona con los demás, sino también consigo mismo: mantiene una frecuente conversación en su propia interioridad, un diálogo que se produce de forma espontánea con ocasión de las diversas vivencias o reflexiones personales que todo hombre se hace de continuo.

Y ese diálogo interior puede ser estéril o fecundo, destructivo o constructivo, obsesivo o sereno. Dependerá de cómo se plantee, de la clase de persona que se sea. Si uno tiene un mundo interior sano y bien cultivado, ese diálogo será alumbrador, porque proporcionará luz para interpretar la realidad y será ocasión de consideraciones muy valiosas. Si una persona, por el contrario, posee un mundo interior oscuro y empobrecido, el diálogo que establecerá consigo mismo se convertirá, con frecuencia, en una obsesiva repetición de problemas, referidos a pequeñas incidencias perturbadoras de la vida cotidiana: en esos casos, como ha escrito Miguel Ángel Martí, el mundo interior deja de ser un laboratorio donde se integran los datos que llegan a él, y se convierte en un disco rayado que repite obsesivamente lo que con más intensidad ha arañado últimamente nuestra afectividad.

La relación con uno mismo mejora al ritmo del grado de madurez alcanzado por cada persona. Las valoraciones que hace una persona madura -tanto sobre su propia realidad como sobre la ajena- suelen ser valoraciones realistas, porque ha aprendido a no caer fácilmente en esas idealizaciones ingenuas que luego, al no cumplirse, producen desencanto. El hombre maduro sabe no dramatizar ante los obstáculos que encuentra al llevar a cabo cualquiera de los proyectos que se propone. Su diálogo interior suele ser sereno y objetivo, de modo que ni él mismo ni los demás suelen depararles sorpresas capaces de desconcertarle. Mantiene una relación consigo mismo que es a un tiempo cordial y exigente. Raramente se crea conflictos interiores, porque sabe zanjar sus preocupaciones buscando la solución adecuada. Tiene confianza en sí mismo, y si alguna vez se equivoca no se hunde ni pierde su equilibrio interior.

En las personas inmaduras, en cambio, ese diálogo interior de que hablamos suele convertirse en una fuente de problemas: al no valorar las cosas en su justa medida —a él mismo, a los demás, a toda la realidad que le rodea—, con frecuencia sus pensamientos le crean falsas expectativas que, al no cumplirse, provocan conflictos interiores y dificultades de relación con los demás.Una persona madura y equilibrada tiende a mirar siempre con afecto la propia vida y la de los otros. Contempla toda la realidad que le rodea con deseo de enriquecimiento interior, porque quien ve con cariño descubre siempre algo bueno en el objeto de su visión. El hombre que dilata y enriquece su interior de esa manera, dilata y enriquece su amor y su conocimiento, se hace más optimista, más alegre, más humano, más cercano a la realidad, tanto a la de los hombres como a la de las cosas. Alfonso Aguiló Pastrana. Director de Tajamar. Autor de numerosos artículos y libros sobre Educación.-