Después de un largo viaje –el más largo viaje que hice en mi vida en avión-el comandante del avión en un inglés que entendimos perfectamente nos saludó a los viajeros una vez más para despedirse y comunicarnos que dentro de breves minutos tomaríamos tierra en el aeropuerto de Pekín.
Dijo lo propio de estos momentos, que se alegraba que hubiéramos hecho el vuelo con esta su compañía y que esperaba vernos muy pronto en el mismo avión. Como hemos realizado varias etapas ya, no sé si es Lufthansa, KLM, Air France, Iberia, British Airways, Finnair, Singapore Airline u otra compañía la que por fin nos dejará en tierra de China.
Lo que sí me dan ganas de gritar además de aplaudir a la vez del resto de los pasajeros. Pero he aquí que –parece que todos pensamos igual- y alguien comenzó a aplaudir y el resto, por no ser menos, aplaudimos bastante tiempo. Miré a mis padres y hermana y les di un beso y varios abrazos a todos.
Recé una oración a Dios dándole gracias porque todas las cosas habían salido como esperábamos. No sé si era el cansancio de tanto tiempo despierto y entre horas de sueño en el cómodo sillón que me tocó, el caso es que me entró un nerviosillo por todo el cuerpo que no supe lo que hacer. Mi padre me hizo un gesto con su mirada y entendí perfectamente que él sabía más que todos nosotros, porque está más acostumbrado a viajar. Esto me calmó bastante.
Las azafatas se portaron muy bien así como los mozos de vuelo que nos ayudaron en todo momento, nos brindaron golosinas, bebidas, bocatas y buenas comidas orientales –para que nos fuéramos haciendo al caso. Todo en varios idiomas. Recuerdo que a una señora que le dolía la cabeza le dieron una pastilla –ella pedía la clásica aspirina- y le dijeron que la pusiera debajo de la lengua. En breves minutos le pasó el dolor y no sabía cómo agradecerlo.
El gran avión se desplazó suavemente por la pista del aeropuerto y tardó unos minutos hasta que llegó a los aparatos que se acoplan a las puertas de la aeronave. Recogí los periódicos que nos habían obsequiado para leer durante el trayecto, casi todos eran en inglés, francés o chino. También llevaba uno en español. Creo que era el ABC.
Con gran nerviosismo bajé las escalerillas del avión, con cuidado para no tropezar y dar el número. Claro que con mi hermana Inés había recorrido casi todo el avión, incluso me vinieron ganas de visitar la parte delantera donde van los pilotos y copilotos. Para no molestar, no lo hicimos, pero quizás a la vuelta les visitemos y veremos los mandos y tantos apararos que se ven en las películas de la televisión.
Respiré el aire del aeropuerto con una temperatura casi igual a la de España, aunque parecía distinta a la de La Coruña, Lisboa, París… y llené a fondo los pulmones. Estamos en el paralelo 40º N y meridiano 116º E (La Coruña está en el 45º N y 8ª W, aproximadamente). Claro que eran muchas horas “perdidas” al día de hoy, que después las recuperamos a la vuelta. Basta por hoy. (Continuará).-
Diario de Molinoviejo (V)
Hace 1 año
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