martes, 16 de diciembre de 2008

LAS NAVIDADES (I)

La mayorías de las personas –niños y mayores- contamos con los dedos los días que faltan para las Navidades. Ese día en que celebramos el Nacimiento de Jesucristo en esta tierra, el Hijo de Dios que se hizo Hombre verdadero y que vivió treinta tres años entre los suyos.

Puede ser que no exista una figura de la Historia en la que no haya mención semejante a Jesucristo. A lo largo de los siglos tuvo muchos seguidores y enemigos. Jesucristo ha tenido una personalidad tal que nadie quedó neutral cuando le conoció. Para muchos ha sido –y es la salvación- y para otros no deja de ser un personaje histórico sin más.

Cuando a Jesucristo se le quita la categoría de ser Hombre y Dios a la vez, es cuando las personas no entienden su biografía y piensan que fue un iluminado, al igual que tantos otros, que acabó en el patíbulo de la Cruz. Si se le tiene en cuenta esta doble Persona, Humana y Divina, es cuando se entiende muy claramente cualquier capítulo del Evangelio.

Por este motivo es importante, durante estas fechas, leer el Evangelio, donde se encuentra todo lo que realizó Jesucristo en esta tierra, el por qué y el para qué nació en un lugar pobre como es un pesebre –donde los pastores suelen recoger los animales para pasar las noches- y en el que sepamos no ha nacido ningún gran hombre de nuestra historia. ¿Qué se encierra en este detalle que no puede pasar desapercibido?

Las personas de aquella época no le acogieron en una posada “porque no había lugar en ella, pues habían acudido muchos para empadronarse”. Jesucristo no es bien acogido entre los suyos, porque no nace como un Rey –con mando en plaza- sino como cualquier criatura, hijo de un sencillo artesano –José- y de una madre –María- que viene montada en una burra ya que se le aproxima el tiempo del parto y además deseaban cumplir las leyes del pueblo romano, que había dispuesto lo del empadronamiento.

¿Las vidas de Jesús, de José y María fueron fáciles? Si se hace una lectura profunda del Evangelio parece ser que no. Al poco de nacer Jesús, ellos deben coger, de noche, y marchar a un país desconocido, que era Egipto, porque Herodes deseaba matar al Niño, cuando acudieron los Magos para informarse dónde debía nacer el Mesías, tantos años esperado por el pueblo judío. Cuando pasa cierto tiempo –fallecido Herodes- José tiene un sueño en el que se le dice que puede volver a su país de origen.

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