martes, 4 de agosto de 2009

EL 4 DE AGOSTO

Hoy, 4 de agosto, se celebra el 150 aniversario del fallecimiento de un gran hombre. Se llamó Juan María Vianney, francés, y que muchos le conocen por el Santo Cura de Ars. Desde pequeño deseó ser sacerdote y al final lo consiguió, aunque tenía grandes dificultades para aprobar el latín, lengua que entonces era fundamental para realizar los estudios eclesiásticos.

Estaban ya para expulsarle del seminario pues no era capaz de aprobar la asignatura maldita del latín, cuando a una persona se le ocurrió preguntar por su personalidad con respecto a los demás, si era solidario y piadoso. La respuesta fue muy positiva, por lo que los profesores optaron por darle un margen de confianza.

Esto motivó para que este hombre, sencillo y bueno, optó por estudiar a fondo y aprobó las asignaturas. Superó los exámenes finales con gran alegría y al poco de ser ordenado sacerdote, fue destinado a una pequeña aldea –Ars- de 430 habitantes, donde abundaban hombres borrachos, blasfemos y que no pisaban la iglesia desde que los bautizaron. Juan María no poseía gran ciencia, ni mucha salud, ni dinero… pero su santidad personal y unión con Dios hizo el gran milagro.

Pocos años después una gran multitud de todas las regiones francesas acude a Ars, y a veces han de esperar días para ver a su párroco y confesarse. Lo que atraía a las personas que iban a Ars era el presentimiento de encontrar a un sacerdote santo, que se pasaba hasta 16 horas en el confesionario y que perdonaba los pecados de los que acudían libremente para librarles de sus vicios . Era una persona sencilla, tan familiar y amigo de Dios en la oración, sobresaliente por su paz y humildad en medio de los éxitos populares. Tan intuitivo para corresponder a la disposiciones interiores de las personas y librarlas de su carga, particularmente en el confesionario.

En cierta ocasión, a un abogado de Lyon que volvía de Ars le preguntaron que había visto allí. Y contestó: “He visto a Dios en un hombre” Esto mismo hemos de pedir hoy a Dios que se puedas decir de cada sacerdote, por su santidad de vida, por su unión con Dios . No es de extrañar que Benedicto XVI haya instituido en esta ocasión el año para pedir para que haya buenos y santos sacerdotes, que los necesitamos para poder recibir de ellos los sacramentos que son entre otros los de la Eucaristía y Penitencia..-

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