viernes, 21 de septiembre de 2007

EL JUEVES 20 DE SEPTIEMBRE NO ACUDÍ A LA CITA

Se complicaron las cosas y no pude acudir a la cita diaria ayer jueves, veinte de septiembre. Les quería haber contado una historia real que estos días contemplo y vivo en directo, como se suele decir en los medios de comunicación, al salir del hogar. Le podríamos llamar “DOS JARDINEROS”

Cerca de casa hay dos pequeños jardines separados por una calzada. Son privados y he conocido esta misma semana a los jardineros que están encargados de los mismos. Subía por la acera el martes pasado, cuando saludé al jardinero –supongamos que se llamase Alberto- y le dije que tenía una larga labor ya que estaba podando unas hermosas hortensias, cuyas ramas estaban dificultando a muchas familias que llevan los cochecitos de niños al colegio de niños pequeños. Había recortado varias ramas y dejado el cogollo con algunas flores tardías de hortensias. La tierra bien abonada estaba removida y “peinada” con el fin de que alimentase las raíces de las diferentes hortensias que aún quedan. Da gusto contemplar el jardín de Alberto.

Enfrente se encuentra otro jardín. El miércoles me tope con el jardinero que lo atiende –supongamos que se llame Benito- y también le saludé. Es algo que la gente que madruga agradece que se haga. Vestía de color marrón, muy parecido al color de las plantas que estaban a lo largo del jardín. Hace tiempo le ví cómo le echaba un herbicida, por lo que ninguna de ellas crece y mueren a los pocos días. Allí se encuentra de todo, menos plantas verdes: papeles, plásticos, algunas defecciones de canes, latas vacías de bebidas, botellas rota...

Sin querer realizar ninguna moraleja me vino a la mente que en muchos estratos de nuestra sociedad hay personas como Alberto y Benito: trabajan en iguales sectores, cuentan con los mismos medios, pero los resultados son diferentes. Pensemos en dos médicos, profesores, maestros, arquitectos, taxistas, mecánicos, amas de casa y muchos otros. Algunos le ponen el alma y con calma sacan adelante su tarea; el otro se sabe derrotado ya desde el principio y no se esfuerza casi nunca. Seguramente usted que lee este escrito conoce muchos colegas suyos que les ocurre algo parecido a los “Dos jardineros” ¡Cómo sería nuestro planeta si muchos Alberto se esforzasen cada día por cuidar su tarea diaria y los Benitos pusieran algo de ilusión en sus labores!.

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